viernes, 31 de diciembre de 2010

La cascada del momento presente












Me baño en la cascada del momento presente

y me embebo de consciencia,

mientras me sumerjo en la magia del instante.


Me refresco en cada minuto,

mientras,

mi hada,

me soplas tu aliento

de estrellas y destellos de ilusión.


Me siento aquí

y veo como el sol

atraviesa el agua

y la convierte en más clara y cristalina,

cuando los rayos juegan a perseguirse

en el fondo del riachuelo.


Tú, hada,

te unes al juego,

en una percepción de la vida

alegre y divertida,

que sorbes con tu magia

y levantas al vuelo

con tus alas

y te escapas con ella

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Con esta Poesía de Hadas despido este año 2010 y desde aquí:

¡Os deseo un Feliz y Próspero Año Nuevo 2011 a todos!


viernes, 24 de diciembre de 2010

La higuera del jardín de la princesa


Érase una vez una princesa que vivía en un hermoso palacio en cuyos jardines se hallaban dos enormes higueras. La joven princesa era una amante de la naturaleza y adoraba a los animales y a las plantas por lo que se sentía orgullosa de sus dos bellas higueras y cada mañana, cuando despertaba, iba corriendo al jardín real para agradecerle a estos árboles su presencia, la agradable sombra que le brindaban sus hojas y ramas y el agradable sabor de sus frutos. La princesa realmente se alegraba cuando podía recoger y saborear los higos.

Sin embargo, un día una de las higueras empezó a enfermar hasta morir. Nadie puedo hacer nada por ella a pesar de los cuidados y de los remedios que le suministraron la princesa y los súbditos de palacio.

Ver morir a la higuera hizo entristecer tanto a la princesa, que ese año apenas sintió el espíritu de la navidad. Perder a la higuera la hizo sentirse más sola esas navidades. Sin embargo, aquella experiencia le enseñó que debemos reconciliarnos con el ciclo de la vida y de la muerte a pesar del sufrimiento que nos ocasiona. A pesar de ello, asumir esta valiosa lección, no le trajo de vuelta a su añorada higuera, pero aprendió a valorar más a la otra y también al resto de los árboles de su jardín. Cada mañana, la princesa los regaba y estaba pendiente de su crecimiento.

Además, los saludaba e incluso les hacía una ligera y divertida reverencia para honrarlos para después proseguir su paseo matutino por los alrededores de palacio. La princesa consideraba este paseo como una bendición que tenía la fortuna de disfrutar cada día. Lo hacía con calma y siendo consciente de cada paso y de todo aquello que estaba sucediendo en su jardín como una forma de abrirse de modo natural al instante. De este modo la princesa se sentía florecer en su paseo a cada momento ¡y en su propio jardín!


La actitud de la princesa estaba siendo observada desde hacía algún tiempo por duendes bondadosos que decidieron premiar el buen corazón de la princesa y su sincero amor por la vegetación del jardín.

Un día la princesa se despertó al amanecer y lo vio tan bello, bañando el jardín con su luz morada y rosada, espolvoreada de nubes naranjas y rosadas, que se arrepintió de no haberse dado cuenta antes del regalo que supone la belleza del nacimiento de la luz del sol, aquella luz que despide a la oscuridad de la noche, mientras le hace un guiño al nuevo día. Así que, la princesa agradeció enormemente haber sido testigo de tan sublime momento.

Un impulso la llevó al jardín y cual fue su sorpresa cuando descubrió que un nuevo brote de higuera estaba creciendo al otro lado del jardín, lejos de la higuera que había permanecido viva.

-¿Cómo es posible que esté creciendo una higuera tan lejos de las dos que había? –se preguntó la princesa.

Una voz suave y dulce le susurró:

-Habrán sido los pájaros-.

Pero la voz se esfumó con los rayos que abrigaban el nuevo día y la princesa creyó que los pájaros del jardín habían traído las semillas allí.

No obstante, lo que la princesa desconocía era que los duendes bondadosos habían pedido a los pájaros que sembraran esas semillas como regalo para ella. Desde entonces, la princesa sonríe más y cada navidad nos se olvida de agradecer ese regalo especial que nunca olvidará y que no se olvida de cuidar y apreciar.

Aquí os dejo mi felicitación navideña:


Las hadas y los duendes revolotean en torno

al árbol de Navidad

y dejan caer su luz mágica

sobre la estrella que corona el abeto.

Desde la luz de la magia y de la bondad:

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¡Felices Fiestas a todos!





sábado, 18 de diciembre de 2010

El mago, el conejito y la joven del laberinto



Érase una vez una hermosa joven que heredó un palacio abrazado por un bosque y un laberinto encantados. Un día la joven no pudo resistir la tentación de aventurarse a descubrir el entramado que escondía el laberinto del cual se decía que escondía valiosos secretos relativos a la espiritualidad y al sendero de la vida. Además, la joven hacía un tiempo que se hallaba perdida interiormente y consideró que penetrar en el laberinto podría ser un modo de desentramar su propia verdad interior.

Unas notas mágicas de música mística la guiaron sobre sus pasos en el laberinto hasta que encontró un lago y cayó en él. Pero no era un lago de agua, sino un lago de luz en el que sintió que se liberó de sus pesares y que una ola de paz la rodeaba por completo. En el silencio y la paz de la experiencia se sintió más presente que nunca, ligera y libre.

Un conejito se le acercó y le preguntó cómo había llegado hasta allí. La joven se lo explicó y juntos partieron a conocer al Mago de las Cavernas.

El Mago los esperaba envuelto en anillos de energía que los acariciaron y los acercaron a sí mismos.

La joven le contó al Mago que a veces se sentía perdida.

El Mago le respondió:

-Te sientes perdida porque deseas que las cosas encajen como a ti te gustaría. Sin embargo, todo encaja y sucede al ritmo del Universo, no al nuestro. Aceptarlo requiere sabiduría, tolerancia y paciencia. Sin embargo, la gran ventaja es que todo es pasajero, incluso lo que no nos gusta. Por tanto, ¿por qué preocuparse?

Después, el Mago invitó a la joven y al conejito a bañarse en luz de energía rosada de calma, confianza y amor y a disolverse en su vibración. Por primera vez, la joven experimentó su cuerpo de luz, integrante de una luz infinita, la luz del Universo. La joven se vio reflejada en el Mago, en el conejito y en todos y en todo cuanto la rodeaba. Entonces, la joven se sintió un elemento del mundo y no un elemento a parte del mundo. Esa sensación le produjo gozo y alegría.

En ese momento, el Mago le dijo:

-Deja que los demás se acurruquen en tu luz.

Y así fue como la joven le pidió al conejito que se fuera con ella al exterior del laberinto y viviera con ella en su palacio, corriendo juntos en el bosque que lo circundaba y abriéndose a cada instante y a los rayos del sol que cada amanecer los despertaba y que les recordaba el preciado regalo de la vida.

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sábado, 11 de diciembre de 2010

El hechizo del brujo y la magia del Hada del Bosque Encantado



Érase una vez un reino muy lejano y casi desconocido cuyos habitantes estaban embrujados debido a un hechizo de un brujo malvado el cual les había desprovisto de toda posibilidad de diálogo consigo mismos y con los demás. De esta manera, los habitantes vivían desorientados, totalmente perdidos en sí mismos y con el entorno que les rodeaba, pues eran incapaces de escucharse a sí mismos y a los demás. Por tanto, se sentían vacíos, solos, tristes, vagando en un mundo en les resultaba imposible hablar. Realmente, estaban incomunicados. Se sentían como extraños y desconocían las necesidades de sus congéneres y las suyas propias.

Eran tantas las lágrimas que derramaban los habitantes de ese reino debido a este embrujo que les robó el sentido de sí mismos, que sus lágrimas solían mezclarse con las gotas de lluvia. La lluvia llegó al bosque y el Hada del Bosque Encantado percibió en la lluvia las lágrimas producto de la desesperación de esas personas. Así que el Hada partió hacia ese reino, no obstante, no pudo hablar con nadie ya que a los habitantes se les había desposeído de la capacidad de comunicarse. Parecían errantes.

Sin embargo, el hada era muy intuitiva y adivinó lo que sucedía, gracias a su clarividencia. La magia del hada no podía superar a la del brujo, sin embargo, gracias a la ayuda de los astros, de los planetas y de las estrellas, ella consiguió que, al menos, los habitantes recuperaran la capacidad de comunicarse consigo mismos. Como los habitantes podían hablar consigo mismos y percibir su ser, empezaron fluir con total libertad y se sintieron ligeros y libres.

Aunque el hechizo del brujo no pudo ser disuelto totalmente por el Hada del Bosque Encantado pues los habitantes seguían siendo incapaces de comunicarse con los demás, el hecho de que fueran capaces de escucharse y de reconocerse a sí mismos y a sus emociones hizo que, paulatinamente, se comunicaran con los demás. El diálogo, la sintonía y la convivencia en armonía consigo mismos y con los demás, provocó que los habitaren se completaran a sí mismos y que el maleficio del brujo cayera por sí mismo. Cuando el brujo contempló horrorizado que su hechizo ya no existía, huyó pues no soportó que la felicidad hubiera regresado al reino. El Hada también marchó hacia su reino encantado pero con el agradecimiento de todos aquellos habitantes que desde entonces viven en armonía.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

El duende y el leñador



Érase una vez un joven leñador que compró una vieja cabaña en el bosque con la intención de restaurarla. Era una cabaña que se hallaba cerca de las montañas desde tiempos ancestrales y, por eso, casi podía sentir la brisa en sus entrañas. El alma de la cabaña y el espíritu de las montañas bailaban al compás del viento cada noche mientras la luna se quedaba boquiabierta con tan fascinante baile

Cuando el leñador subió al desván de la cabaña notó un movimiento rápido y un ruido casi imperceptible. Sin embargo, lejos de inquietarle, le produjo una agradable sensación, como si una presencia mágica, invisible y protectora estuviera presente.

Al caer la noche, el leñador se sintió agotado, pues ya había empezado su primer día en la cabaña ordenando sus enseres y también para talar nueva leña para reformar el que ahora era su nuevo hogar. Con tanto ajetreo, el leñador había olvidado traer una manta y, por eso, trató de buscar una allí sin éxito. Así que encendió la chimenea pues su calor iba a ser el único que lo reconfortaría esa gélida noche. Desgraciadamente, no era suficiente y, por eso, el leñador tiritaba pero su cansancio era tal, que cayó dormido.

Un duendo bondadoso que habitaba en el desván de la cabaña, lo tapó con una manta y se regocijó ante la sonrisa del leñador dormido.

Al despertarse, el leñador vio la manta y, silenciosamente, se la agradeció a esa presencia mágica y discreta que él había percibido desde que había entrado por primera vez en el desván y le pidió que se dejara ver.

En sueños, el duende le respondió que debía ocultar su presencia pero que eso no impediría que siguieran juntos y que se ayudaran mutuamente pues a ambos les unía su afinidad y su amor por el bosque, ese lugar inmenso, apacible y bello, que formaba parte de sus vidas y que tanto respetaban y que, curiosamente, les había puesto en contacto.

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Más agradecimientos


Quiero agradecer a los autores de los siguientes links la publicación de textos de mi autoría en sus espacios virtuales:

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2010/11/curso-mundo-magico-de-los-seres.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2010/11/curso-mundo-magico-de-los-seres_28.html

http://www.gabitogrupos.com/Amigosporsiempre/template.php?nm=1289331992