viernes, 27 de mayo de 2011

Los ángeles y los sueños



Los ángeles tejen un manto de luz divina


sobre el cual se recuestan nuestros sueños,


mientras la luna les sonríe

y las estrellas los alumbran.


Los ángeles nos protegen con sus alas

y nos traen bendiciones,

cuando el sol se despierta

y los primeros rayos del alba

saludan al nuevo día.









Los ángeles nos rodean en silencio

y nos cantan una nana

para que durmamos

con la confianza

de que el camino del alma

se forja en el destino

y que en nuestra misión

existe un milagro:

nosotros.

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Más agradecimientos


Quiero agradecer que se hayan publicado textos de mi autoría en espacios virtuales de la blogosfera. Aquí os dejo los enlacespor si deseáis consultarlos:

http://amor-silvia.blogspot.com/2011/05/la-felicidad-2.html

http://elblogderosapadial.blogspot.com/2011/01/maria-jesus-verdu-entrevista-parte-uno.html

http://elblogderosapadial.blogspot.com/2011/01/segunda-parte-de-la-entrevista-con.html

http://adelfa.myblog.de/adelfa/art/7741852/CUENTO-DEL-CABALLO-BLANCO-DEL-MUCHACHO

http://rakukeireiki.ning.com/group/polvodehadas?commentId=3103717%3AComment%3A210206&xg_source=activity

http://magic-world.20six.de/magic-world/art/2120338/CUENTO-DEL-BRUJO-MALVADO-Y-DE-LAS-GOTAS-DEL-HADA

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/05/el-perdondejar-atras-el-lastre-del.html

También aparece mi colaboración mensual en la revista literaria Letras de este mes de mayo donde podréis leer un artículo de mi autoría sobre la Paz interior en las págs. 15 y16 y mi Cuento del niño-pájaro en la pág.33. Aquí os dejo el enlace.

viernes, 20 de mayo de 2011

El hada y el ser alado de alas plegadas


Érase una vez un ser de luz alado que había olvidado que lo era de tal modo que la tristeza anidaba en su corazón y había dejado de volar, de hecho, ni tan siquiera podía hacerlo en sueños. Durante el día se sentía triste y las noches se las pasaba llorando pues todo le producía tristeza incluso la contemplación de las estrellas del firmamento. Era un ser tan sensible que tenía miedo de que el Universo perdiera su equilibrio y las estrellas se vinieran abajo.

Un día se cruzó con un hada y ésta le preguntó el motivo de sus lágrimas y la criatura le habló sobre sus miedos.

-Sin embargo, tu miedo a las estrellas impide que puedas ser capaz de ver la hermosa luz que irradian. Y no la puedes ver porque tampoco reconoces la luz de tu interior, tus lágrimas la ocultan –le dijo el hada.

-Mi interior está vacío y mis alas replegadas. A veces lloro tanto que mis lágrimas las mojan–le confesó el ser alado.

-Sin embargo, yo veo tu luz y te veo volando hacia las estrellas –le confesó el hada.

El hada le dio la mano y una ola de amor se trasladó al corazón de aquel ser divino que no había sabido reconocer su divinidad ni la misión del alma. El ser estremeció pues estaba sintiendo el don de la vida, el milagro de la existencia en la belleza y la sutileza del instante, aquella que nace del silencio interior, del amor por uno mismo y de saber honrar el momento. El hada le transmitió la semilla de la autoestima y de la apertura a la magia del momento, el ser la tomó en su corazón y abrió sus alas para decirle adiós a la tristeza. Ahora se sentía libre y ligero, ya no tenía necesidad de llorar de forma compulsiva. Esa noche el ser alado abrió los ojos como platos al contemplar la belleza de las estrellas y se preguntó a sí mismo como había podido permitir que las preocupaciones le apartaran de vivirse a sí mismo en todo su esplendor y de experimentar su poder luminoso y radiante, ese poder que ahora le mostraban las estrellas. Su aura era tan potente que podía atravesar el Universo y fue entonces cuando el ser voló hacia las estrellas y cuenta la leyenda que se enamoró de ellas y que ahora él es el guardián de cada lucero del cielo, la misión que le había sido encomendada a su alma.

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viernes, 13 de mayo de 2011

El hada y el gnomo del bosque


Érase una vez un gnomo que habitaba en un árbol enorme de un frondoso bosque. El gnomo amaba a ese árbol por encima de todas las cosas pues le procuraba cobijo y era su hogar. Un hogar hermoso, sobre todo, cuando la luz del sol guiñaba el ojo al nuevo día y los haces luminosos se colaban entre las hojas verdes y tiernas y se dejaban caer, confiados y alegres, hacia el suelo para iluminarlo y llenarlo de calidez. Además, el gnomo podía jugar con esos haces de luz e, incluso, esconderse tras ellos. Al gnomo la vida le parecía ligera y un asombroso juego repleto de magia, de intuición y de imaginación.

El gnomo vivía su existencia con agradecimiento y honraba cada instante con tanta veneración que incluso a veces los animalitos se sorprendían de su amor por la naturaleza y por su amado bosque. Pero el gnomo sentía desde el corazón y a cada soplo de vida que se cruzaba en su camino, le trasmitía el aliento de la felicidad, de la ternura y de la alegría.

Al lado de su árbol hacía días que brotaba un rosal. En el rosal habitaba un hada que cuidaba de él y que cada día estaba más maravillada por la belleza y la fragancia de las rosas. Las gotas de rocío sobre los pétalos al amanecer parecían diminutas perlas al ser bañadas por la luz solar, cuando el sol se desperezaba y abría los ojos cada mañana. Al principio el gnomo y la hada no tenían una relación cercana pero cuando la primavera estalló, el rosal comenzó a extender su crecimiento hacia el árbol hasta tal punto que un día se acercaron tanto, que casi se tocaban. Era como si el árbol hubiera atraído el rosal hacia él.

-Tengo que confesártelo –le dijo el gnomo al hada- Le pedí a mi árbol que atrajera al rosal pues me he enamorado de la frescura y del aroma de sus rosas.

-Amas a las plantas y a los elementos de la naturaleza –afirmó el hada.

-Sí, la madre tierra acoge en su superficie a valles y bosques y yo adoro protegerlos. Este es el compromiso que asumí al nacer –le confesó el gnomo.

-A mí me sucede lo mismo –le dijo el hada.

-¿Crees que nuestras plantas se han acercado la una a la otra porque tú y yo tenemos el mismo propósito? –le preguntó el gnomo al hada.

-Quizás. Las plantas son inteligentes, sensibles e intuitivas –le respondió el hada.

Pasaron los días y el rosal se emparró alrededor del árbol pero de un modo que parecía como si quiera abrazarlo.

-¿Por qué tú y yo no hacemos los mismo? ¿Por qué no nos abrazamos? –le preguntó el gnomo al hada.

-Abrazarse es tan humano… -suspiró el hada-. Forma parte de la verdadera naturaleza del amor y de la amistad de los humanos. Esa naturaleza que puede llegar a ser tan noble como la de los seres de luz.

Así que el hada y el gnomo se sumieron en un profundo abrazo que elevó sus almas y les hizo sentir la fuerza del corazón y de la calidez del contacto cercano y sincero, que a partir de ese día siempre mantuvieron, eso sí, siempre pendientes de la vegetación y del alma de ese bosque tan remoto y encantador que muchos dicen que es mágico, mientras algunos dudan de su existencia…

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viernes, 6 de mayo de 2011

Las hadas te empujan...


Las hadas rodean corazones nobles,

mientras danzan con la vida

y los impregnan de su luz.


Las hadas nos susurran al oído

que en nuestra alma

está escrito nuestro destino

y que descubrirlo

requiere fe, confianza y determinación.










Las hadas te empujan

a ser tú

y a encontrarte,

a mimarte,

a maravillarte

y a sentirte

de un modo

tan intimista y sublime

que descubrirás

que la magia

eres tú.


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