jueves, 29 de septiembre de 2011

A San Miguel Arcángel


Hoy es 29 de septiembre, festividad de San Miguel Arcángel a quien le dedico esta oración, pues es un ángel con quien estoy trabajando ahora:


San Miguel, dame fuerzas para seguir en mi camino de interiorización y blande con tu espada azul todo el mal y a todo aquello que viene a dañar la creación.

Libérame de las dudas, ayúdame a enfrentar los miedos y a no prestar atención a aquello que no lo merece.

Dame coraje para seguir a pesar de todo y para aceptar todo lo que conlleva mi camino de aprendizaje.

Envíame tu energía azul a fin de que siga con mi misión, conecte con mi paz y mi silencio y pueda reunirme con mi familia de almas.

Ayúdame a acallar la mente, a silenciar el ruido mental y el del exterior y a bloquear la negatividad.

Márcame el camino de regreso a casa.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

Cuento del cuerpecito y del alma de La Tierra


Escucha el audio del cuento con mi voz:

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Érase una vez un hada que sintió a su ángel tan cerca que podía percibir como su luz angélica se filtraba en su alma hadada hasta fundirse sus almas en una sola.

Esa nueva alma miró hacia un planeta azul, tan hermoso, que se enamoró del equil
ibrio del elemento tierra y del elemento agua. De tal modo que esa alma se convirtió en cuerpo humano para poder sentir la sensación de caminar sobre la belleza que el aura de ese planeta desprendía en el Universo.

Ese cuerpo humano se maravilló ante el suave sonido de la brisa y de la melodía del canto de los pájaros. También saboreó el agua fresca y se reflejó en su espejo de transparencia. Se recreó con el olor a tierra mojada y con el danzar del viento de alma libre y ligera. El alma de la naturaleza enterneció a ese cuerpo humano y éste deseó con todo su corazón que aquella magia y aquel milagro natural nu
nca desapareciera. Pero lloró cuando se dio cuenta de que no era así pues esa belleza estaba siendo mutilada.

Ese cuerpecito herido escapó hacia lo alto de una montaña oculta a los ojos del mundo y se entregó al Universo para pedirle una vibración que sanara el planeta y que lo sanara a él pues el sufrimiento estaba arraigado profundamente. Y el Universo le mandó una vibración que le permitiera hablar con el alma de la Tierra. Pudo verla tiritando de miedo.

En su conversación le contó que el alma de la Tierra ha venido a reinar sobre sus parajes naturales y a guiar nuestros pasos y sostenernos con la ternura y el amparo de una madre amorosa. Sin embargo, ella no ha recibido el mismo trato. El cuerpecito sintió el dolor de las entrañas de la Madre Tierra y el vacío de su vientre dolorido. Él le dijo que era su hijo terrestre y que le transmitía su amor de hijo y, juntos, madre e hijo, lloraron por el dolor que luego dejaron atrás en cada meditación para reparar la luz de sus almas. Finalmente, apareció un vínculo de fortaleza entre ambos que los elevó a la plenitud del ser, ese ser que deseaba brillar con la intensidad del sol central, en paz y en equilibrio con todo lo que existe. Madre e hijo convergieron hacia la vibración del infinito y del silencio.
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viernes, 16 de septiembre de 2011

El príncipe del bosque


Aquí tienes el audio de mi cuento:

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Érase una vez un príncipe que harto de la vida tediosa, fácil y fastuosa de palacio, quiso experimentar el otro lado de la balanza. Así que partió para vivir solo en el campo. Con sus propias manos construyó una cabaña de madera en un claro en el bosque y empezó con su nueva vida fresca, sencilla y humilde. El príncipe adoraba despertarse con el canto melodioso de los pájaros, con la caricia de los rayos del alba y con el olor a tierra fresca que embriaga el bosque en las primeras horas de la mañana. Esas sensaciones lo conectaban con la protección del regazo de la madre tierra, la cual amparaba a su hijo a través de la belleza que irradiaba la naturaleza que el príncipe tenía el honor de presenciar en cada instante.

-Me siento el rey del bosque- murmuraba el príncipe, mientras sonreía para sus adentros.

El príncipe se sentía tan en paz consigo mismo y con el entorno natural y mágico que lo rodeaba que él, a veces, al atardecer parecía escuchar el latido que provenía del corazón la brisa, mientras ésta jugaba con los cabellos del monarca.

Cuando finalizó la construcción de la cabaña, el príncipe sembró la tierra y con esfuerzo y sudor, empezó a cosechar sus frutos.

Un día, se acercó a la cabaña un antiguo sirviente del príncipe y éste lo acogió en su hogar con olor a madera joven. El sirviente construyó en él un horno de piedra y de leña para cocinar pan y otros víveres que luego vendía en el mercado junto a los frutos que daba la tierra de cultivo. Ambos trabajaban duro y su recompensa era la paz que sentían en su corazón y la ligereza y la liviandad con que experimentaban el ser tan lejos ahora de los entresijos, de las murmuraciones y de la algarabía de palacio.

El sirviente también construyó un pequeño granero junto a la cabaña. A veces notaba que pequeñas cantidades de grano desaparecían pero eran tan insignificantes que se olvidó del asunto.

El príncipe y su sirviente, ahora amigo, acababan tan cansados al llegar la noche que no notaban la presencia de unos discretos y minúsculos seres que durante la noche colaboraban en las tareas de limpieza del hogar. Un día el príncipe no podía dormir y los descubrió y vio como varias alas se marchaban revoloteando a gran velocidad y con nerviosismo para esconderse en el reducido espacio entre las cortinas y los cristales de las ventanas en un movimiento en zigzag que no parecía propio de los insectos. Sin embargo, el príncipe no le dio importancia.

Al despertarse, en la cabaña se recibió un mensaje del pregonero del reino anunciando el bautizo del sobrino del príncipe. No podía faltar. Así que el príncipe y su sirviente asistieron al evento con gran ilusión. Fueron recibidos en palacio con pompa y honores y, acto seguido, pudieron conocer a la encantadora criatura protagonista de la fiesta.

El príncipe y su sirviente se quedaron a solas con el bebé, mientras éste sonreía, pero era una sonrisa especial. Entonces ambos se dieron cuenta de que el niñito no les sonreía a ellos sino a los seres de luz que había tras ellos: hadas, duendes y elfos que no habían podido resistir la tentación que deleitarse con la presencia del niño y jugar con él.

El príncipe y su sirviente se retiraron silenciosamente para permitir tan tierna escena. Sin duda, ellos no habían acudido solos a la fiesta. Los habían seguido los seres de luz que cada noche bendecían con su presencia el hogar del príncipe.

-Ellos son los que se comen el grano que desaparece del granero –pensó el sirviente.

-Ellos son los que limpian la cocina por las noches –pensó el príncipe.

Pero ambos guardaron el secreto.

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Agradecimiento a mi ángel de la guarda



Mi ángel de la guarda:


Te agradezco de corazón el milagro que has creado para mí hoy.

Gracias por llenarme de dicha, de sorpresa y de alegría infinita y por seguir tocando en mi vida la melodía de tu luz angelical.

Gracias por protegerme y rodearme de tu halo apacible y acariciarme el alma.

Gracias por cumplir con tu labor a mi lado e irradiar tanto amor incondicional en cada segundo de mi existencia y a cada paso que doy.

Gracias por proteger mi hogar y llenarme de tanta felicidad y de paz.

Gracias por demostrarme que estás aquí.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Las Hadas de la Purificación


Escucha el audio del cuento con mi voz:



Las Hadas de la Purificación son las Hijas del Agua y pueden ser visualizadas como pequeños seres luminosos y amorosos que danzan en grupo y vibran al unísono con la alegría. Aman el agua y se disuelven transitoriamente en ella, mientras la filtran con su luz y la purifican de cualquier sustancia que ponga en peligro su pureza. De esta manera, el equilibrio retorna a la composición de las aguas.

Esta es la misión de las Hadas de la Purificación: la de limpiar las aguas de cualquier toxina que amenace su estado. De ello, dependen gran cantidad de seres, sobre todo, los que habitan en el agua o los que la beben.

Estas hadas suelen trabajar individualmente. Pero también en grupo para potenciar los efectos de la energía hadada purificante que hacen fluir en las corrientes en el momento que tratan la aguas. De hecho, ellas provienen de un planeta líquido donde el agua está hecha de luz y esta luz líquida alimenta el aura de energía que desprenden estas hadas al aletear y que contribuye a su poder de purificación allá donde vierten su energía hadada. Sus alas también están hechas de esta misma luz de agua o agua de luz.

Llevar a cabo su misión purificadora en el planeta Tierra es todo un reto para ellas sobre todo porque a causa de la contaminación de parte de sus aguas, les resulta difícil mantener su grado de pureza lo que convierte su labor en un arduo trabajo. Esta situación a veces las supera y si hay gran cantidad de manchas de polución en el agua terráquea, éstas pueden llegar a oscurecer la luz del aura de las hadas. Si su luz se apaga, estas hadas sucumben. Entonces su alma hadada queda atrapada en un alma humana, en un cuerpo de carne y hueso cuya alma inicialmente está en penumbra y cuya luz podrá avivarse tras sucesivas existencias humanas en planeta Tierra gracias a sus acciones en el mismo en estado humano, hasta conseguir un grado de purificación y de redescubrimiento tal que las retorne a su estado original de hadas, una vez limpias de emociones dañinas que les ocasionó la oscuridad y que la atmósfera emocional de este planeta favoreció.

Sin embargo, como la oscuridad fue causada por algo ajeno a ellas, van a recibir la ayuda de sus guías que las irán encaminando para aprender a conciliarse con el elemento tierra, con sus habitantes y recordar y regresar a la dimensión hadada a la que pertenecen.

A su retorno, estas Hijas del Agua se sentirán más fuertes y en paz de haber renacido gracias a la certeza de su identidad de hada que han adquirido en el planeta terrestre. El contacto con el elemento tierra ha aumentado su poder y a partir de entonces van a poder purificar no sólo las aguas sino los suelos. Además, podrán elegir asumir el papel de guías de otras hadas en su misma situación, de formar en las Escuelas de Hadas a futuras aspirantes a Hijas del Agua o bien seguir ejerciendo su rol de purificación de las aguas allá donde elijan esta vez en cualquier lugar de la infinidad de los Universos, pues sus sucesivas encarnaciones en el planeta Tierra las han preparado adecuadamente para ello.

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viernes, 2 de septiembre de 2011

El mundo mágico de los saltos


Escucha el audio del cuento con mi voz:

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Érase una vez una liebre saltarina, un canguro, un saltamontes, una pulga y una rana. Todos compartían la afinidad de desplazarse saltando y de ser capaces de recorrer grandes distancias de salto en salto era algo que les apasionaba y que reforzaba el vínculo de su unión.

Además, todos tenían el mismo sueño: ser capaces de quedar suspendidos unos instantes en el aire cuando sus saltos alcanzaban su punto de altura máxima. Sin embargo, ¿cómo conseguirlo? Les resultaba imposible. Tras las hojas de un helecho, se hallaba oculta un hada, que había escuchado sus pensamientos y a la cual le había enternecido la sinceridad y la autenticidad con la que estos animales perseveraban en pos de su sueño. Así que el hada les trasladó con su magia hasta una cueva oculta a los ojos del mundo donde habitaba una reina de las hadas cuyo aliento mágico era capaz de inspirar a los soñadores y dotarles de las herramientas necesarias para que sus sueños cobraran alas.

De pronto, nuestros amigos se vieron envueltos de una nube mágica de los colores del arco iris impulsada por una brisa de estrellas doradas y radiantes, sobre la que llegaron como por arte de magia al hogar de la reina de las hadas. El hada que lo había hecho posible, se despidió de ellos en silencio y en secreto y desapareció tras el manto de discreción y de invisibilidad que le permitía ayudar a los demás sin que nadie se percatara de su presencia.

La reina de las hadas recibió cariñosamente a nuestros sorprendidos amigos, aunque en el fondo de su ser eran conscientes de que estaban allí porque alguien había escuchado sus pensamientos parlanchines.

-Bienvenidos a mi humilde morada –les saludó la reina de las hadas-. Un hada os ha enviado hasta mí para ayudaros a conseguir vuestro sueño.
-Nuestro sueño es imposible –replicó el saltamontes.
-Es aconsejable aprender a no ser limitantes con las palabras pues ellas encierran un gran poder –dijo el hada.

Acto seguido, el hada les habló de la existencia de una dimensión similar a la del sueño cuya vibración ensoñadora era sutil, ligera y liviana y toda acción cobrada en ella podía tomar tal cariz de modo que era posible quedar en suspensión en el aire en el punto más elevado de un salto. El hada sopló sobre ellos su aliento de luz y de pronto aparecieron en un lugar diferente y nuevo donde habían cobrado la habilidad de dar enormes saltos en los cuales podían quedar suspendidos en lo más alto.

Al principio, les costaba y para estar más tiempo arriba, apretaban las piernas en un suelo inexistente con la esperanza de que eso prolongara quedarse en suspensión. Les parecía que era una forma de controlar su permanencia arriba, pero el hada les dijo que, simplemente, se dejaran llevar por la magia del instante y que renunciaran a cualquier control sobre la situación pues, si no lo hacían así, no permitían dejar ser a la situación y obstaculizaban el natural y sabio devenir de cada instante.

-En vuestro planeta, cuando un surfista se halla en la cresta de la ola, sabe que podrá surcarla con éxito, simplemente entregándose al momento. Confía en su osadía y en su habilidad y sabe que no hay nada que temer. Intentad sentir lo mismo en el punto álgido de vuestros saltos –les recomendó el hada.

Lo intentaron y ¡no se lo podían creer! ¡Lograron permanecer quietos unos instantes en el aire en lo más alto de cada salto! ¡Como un surfista! Además, los parajes que contemplaban desde lo alto parecían haber cobrado movimiento pues en cada salto, los paisajes desfilaban en un carrusel de imágenes que no cesaban de mostrarse como un tiovivo de rincones desconocidos, en danza ante ellos. Lo vivían como si estuvieran en medio de un juego donde nada estaba quieto salvo ellos, levantados en el aire. ¡Qué mágicos instantes! Ese lugar mágico, juguetón y danzarín respiraba a través del movimiento de imágenes en la superficie impulsadas por un extraño corazón cósmico.

-¡Qué gozada! –dijo la liebre.
Desde allí la pulga, la rana y el saltamontes se sintieron tan grandes…
-¡Me quedaría siempre en este mundo de saltos mágicos! –confesó el canguro.

Todos estos animalitos se percataron del hecho de que al estar en lo alto de su salto y contemplar el paisaje en movimiento, la sensación de libertad era tal que aterrizar no tenía sentido pues en el suelo no había estabilidad, sino acción y movimiento. Entonces se dieron cuenta de que estaban en un mundo hecho para ser saltado. Y éste fue el regalo del hada para nuestros amigos. Sin embargo, sabían que no podía durar siempre. Entonces el hada les dijo que así era y que en breve retornarían a su lugar de origen donde creerían que todo había sido un sueño. Y así sucedió, pero en lo más hondo de su alma, ellos estaban seguros de que ese sueño lo habían vivido con la emoción de un niño. A su regreso, el grupo de animales siguió saltando y en cada salto, se acordaban de su hada protectora.
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