miércoles, 14 de agosto de 2013

Con las hadas y los ángeles....

La alegría se posa en tu corazón como una mariposa, mientras cantas con las cigarras en un caluroso día de verano. Risas y susurros arropan este día especial donde tomas conciencia de esa luz que te configura como hada y alma libre. 
 Imagen registrada en Safe Creative*


Pliegas tus alas y te sientas sobre esa colina mágica que un día te vio nacer y desplegar tus alas. Los niños te han alentado a recordar lo que eres y atreverte a llevar al mundo tu magia, volando entre cuentos de hadas y castillos encantados.

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Por eso, las hadas han sido tus ángeles custodios y te hablan en sueños y en meditación. Debes creer en ellas y en ti misma y abrirte a las enseñanzas de los niños maestros que inundarán tu mundo con su palabrería inocente y espontánea. La inocencia y la pureza del corazón de esos niños va a impresionarte y a impulsarte para creer en un mundo de pura vida donde la humildad y la sencillez se posan en las ramas del bosque donde juegan esos niños cuyos progenitores les permiten ser y desarrollar sus dones. 


Tú desplegarás tus alas con ellos y te conmoverá la dulzura que manifiestan en sus gestos y su devenir cotidiano. Ellos implementan la naturalidad desde que han comenzado a respirar y la libertad con la que se crían constituye el escudo con que se alzan ante una realidad que consideran su aliada.

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No hay prisa ni noción del tiempo en esta región de inigualable belleza natural donde la madre tierra se muestra en todo su esplendor y gracias al respeto que la población le profesa, luce más pletórica que la luna llena de San Juan.

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El agua corre aquí tan cristalina que es como si la hubieran vertido los ángeles en los arroyos, manantiales y playas, como si esas aguas destilaran la pureza de Dios. Te reflejas en la superficie de un remanso del río coronado por una impresionante cascada y te parece ver un ángel o quizás una hada.

La escucha atenta del instante te adentra en un arraigamiento o enraizamiento sobre la tierra donde te dejas de agarrar a todo y te entregas al ahora sin importar qué sucederá. De este modo, cobra protagonismo lo efímero que todo resulta y en todos esos momentos que acaban pasando de largo como las nubes en el cielo, tú te asientas como los hacen los insectos que se alimentan de las flores y viven en la pradera que tan familiar te resultó desde el principio. 

Es como si te alimentaras del instante, de ese tiempo sin tiempo en el cual se ha perdido su noción pero en el que la atención consciente está tan interiorizada como el hecho de respirar en sí mismo. Te dejas llevar por esta vida plácida y agradable presidida por el aroma de las flores, el sonido de los animales y la frescura del agua que embellece y hace brillar a una vegetación que hoy te saluda con amor y te invita a seguir despierta, a caminar en la arboleda, a seguir observando sin cuestionar  el día de hoy y a disfrutar del abrazo de la vida.

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Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel